lunes, 6 de mayo de 2019
martes, 6 de octubre de 2015
OTOÑO
Por entre las hierbas corre un reguerillo de otoño,
nacido de las primeras lluvias.
Es limpio y tiene el alma de azogue.
El sueño del regato es,ser espejo;
por eso culebrea entre las matas y las encinas
como un lagarto azul,reflejando el cielo.
Y es que el cielo corre por entre las encinas y las hierbas
cuando aún,no es maduro el otoño.
Luego....
Sobre el regato caen,las hojas doradas del otoño.
Una...,dos...,cien...,mil....
¿Cuántas? No sé,muchas.
Un instante para pegarse al beso del agua y luego,
con los labios apretados,un beso largo,
que sólo se termina cuando se nieva el agua con la espuma.
El árbol llora tesoros rojoamarillos.
Cada hoja es un ocaso,
y cada ocaso se escribe en cada hoja.
Monedero de anocheceres,
la encina los derrocha sobre nuestros campos.
Los rios maduros del otoño,llevan teñidas sus aguas de oro.
Pero,sólo en mi tierra verdea la encina como un recuerdo de primavera
clavado en la memoria del paisaje.
nacido de las primeras lluvias.
Es limpio y tiene el alma de azogue.
El sueño del regato es,ser espejo;
por eso culebrea entre las matas y las encinas
como un lagarto azul,reflejando el cielo.
Y es que el cielo corre por entre las encinas y las hierbas
cuando aún,no es maduro el otoño.
Luego....
Sobre el regato caen,las hojas doradas del otoño.
Una...,dos...,cien...,mil....
¿Cuántas? No sé,muchas.
Un instante para pegarse al beso del agua y luego,
con los labios apretados,un beso largo,
que sólo se termina cuando se nieva el agua con la espuma.
El árbol llora tesoros rojoamarillos.
Cada hoja es un ocaso,
y cada ocaso se escribe en cada hoja.
Monedero de anocheceres,
la encina los derrocha sobre nuestros campos.
Los rios maduros del otoño,llevan teñidas sus aguas de oro.
Pero,sólo en mi tierra verdea la encina como un recuerdo de primavera
clavado en la memoria del paisaje.
viernes, 3 de julio de 2015
SESENTA Y UN INVIERNOS
Ya cumplí sesenta y un inviernos…,
Pero a pesar de ello, aún vibro todavía,
Siento paz,amor del alma
Y no me falta la alegría.
Claro que ya voy viendo poquito;
Que las piernas me flaquean
Que me sobran algunos kilos
Y a veces,mi carácter se me afea…
¡Más por esto no me apuro!,
Porque poseo un optimismo
Que deseo para todos…
Los que se encuentren lo mismo.
martes, 26 de mayo de 2015
Abramos nuestro corazón
Toda pena, aun la mas grande, se alivia, al ser
compartida.
Recuerdo que hace
algunos años, fue a visitarme, inesperadamente una amiga que, sin ser
intima, era de
bastante confianza.
Note al momento
que algo grave le estaba pasando; pero mi juventud ,mi natural cortedad de
principiante y,
el temor de parecer entrometido, me impidieron animarla a que se desahogase
conmigo.
La mantuve a
distancia. Hablamos del tiempo, de personas conocidas, de los últimos sucesos.
Nos fuimos
alejando cada vez mas y mas del asunto que era de extremo interés vital para mi
amiga.
Esa misma noche,
trato ella, afortunadamente sin conseguirlo, de quitarse la vida. Caí entonces
en la cuenta de
que yo le había cerrado la puerta, a la que acudió a mi angustiosamente
necesitada de
simpatía, comprensión y auxilio.
Esta casi
tragedia me puso frente a un problema que a todos se nos presenta con
frecuencia: nos
damos cuenta de
que una persona amiga, oculta bajo un exterior tranquilo, penas y zozobras a las
cuales no osamos
aludir porque solo asoman en los fugaces instantes en que ella pierde el
dominio sobre si
misma.
Tal conocimiento
nos da una sensación de incapacidad e insuficiencia tremenda. Y nos inclina a
rodearnos de
nuestro propio silencio, a convertirnos en solitarios islotes rodeado por mares
de
retraimiento y
de supuesta dignidad.
En mi opinión se
ha exagerado el mérito del que sufre sin exhalar una queja. No pretendo
escatimar la
alabanza debida al que padece en silencio; pero creo que nos hemos excedido al
valorar ese
silencio. Puede que de ahí provenga ,hasta cierto punto ,el aumento alarmante
de
casos de
prestación mental. Los pesares no compartidos son cargas demoledoras y
abrumadoras
por demás.
Cierto es, que
no debemos vivir compadeciéndonos de nosotros mismos, como tampoco hemos
de convertirnos
en el muro de las lamentaciones al pie del cual vengan a llorar a los demás.
Pero
sucede
frecuentemente que las personas que mas nos cierran las puertas de la confianza
sean las
mas necesitadas
de abrirlas a las expansiones de la amistad.
Hay casos en los
que necesitamos el valor necesario para llamar una y otra vez a esas puertas y
pedir que se nos
deje entrar ,aún a riesgo de exponemos a una negativa rotunda y contundente.
Tuve unos amigos
que eran realmente desdichados. Enferma su mujer, quebrantada la salud de el
mismo, faltos
ambos de dinero, oponían, sin embargo a sus desventuras un semblante animado y
sonriente, que
con el tiempo llego a ser casi una contrahecha mascara. Sus amistades fueron
alejándose de la
que hacia del retraimiento muralla infranqueable.
Pero como quiera
que me ligaba a ellos una sincera amistad y un gran afecto, un día me arme de
valor, y les dije:"Se que
vuestra situación es angustiosa, si queréis desahogaros hablando de
vuestras penas,
bien en pareja o bien individualmente, aquí, ahora y siempre me tendréis.
Demostrarme que sois mis
amigos y hablarme de ellas
Me sentiré muy
orgulloso si puedo ayudaros en algo, y aun mas orgulloso todavía de haber
merecido vuestra
confianza.
Guardaron
silencio unos instantes, mientras cada uno lechaba consigo mismo.
Luego, creo que por primera vez
en todo el tiempo que hacia que nos conocíamos ,me abrieron su corazón.
Fue, como el desbordarse de un rio
largo tiempo contenido. Todas las dudas y temores hasta entonces refrenados
rebasaron las orillas. Al cesar el Ímpetu turbulento de la riada, una apacible y serena franqueza reemplazo la anterior actitud de
fingida y forzada jovialidad de mis amigos. Escuche durante horas y hablamos durante otras tantas. No puedo ni
quiero revelar sus confidencias, entre otras cosas porque no es a mi a quien le
toca hacerlo, sino a ellos cuando lo crean conveniente. Diré apenas, que con haberme
hablado sin reservas de sus dificultades, pudimos hallarle solución a las mas
graves. Mucho tiempo después me confesaron, que en aquellos dias estuvieron a
punto de que se fuera a pique su matrimonio, y de perder la razón. El aparente
atrevimiento con que prescindi de lo que ellos estimaban su decoro, su
obligación de sobrellevar con los labios sellados la intima tragedia de su
existencia, los salvo del abismo en el que estuvieron a punto de caer.
Hay otro
procedimiento que,aunque indirecto,nos conduce a veces a la entraña misma de la
dificultad.Cuando me da el corazón de que un amigo/a se siente muy desgraciado
pero,no sabe como descargar sus pecho,o teme que el hacerlo sea abusar de la
amistad,acudo a ese amigo/a en busca de consejo y de consuelo.Le hablo de mis
propias tribulaciones,entonces,reconoce con esto que yo confío en su amistad y
se inclina entonces a confiar en la mia.
De todas las
murallas que levantamos para ocultar nuestras desverituras,pocas suelen ser tan
altas como las destinadas a resguardar de miradas ajenas,los apuros
economicos.Tener dinero,puede ser una gran cosa.Cruel y duro es,que nos
falte.Pero eso de que la gente se enorgullezca de tenerlo o se avergüéncese no tenerlo,se me antoja una solemne
tonteria.Ningun caso hago de los escrúpulos
de quienes,aun cuando dispondrían sin reparo de mi tiempo y de mis
esfuerzos,cosas que valen ciertamente mas que el dinero,se sentirían humillados
de por vida,al confiarme sus dificultades pecuniarias o al aceptar mi ayuda
para solventarlas...
Mi respuesta a
un amigo,que se hallaba en este caso,fue preguntarle:Me quieres decir que si yo
aceptara ayuda de ti,debería considerarme humillado?.Reflexiono unos
instantes...,y soltó una gran carcajada.La
mal entendida dignidad en la que se encastillábale disipo como la niebla se disipa al calido beso del sol.
Ocasiones hay,en
que la delicadeza se convierte en impertinencia.Mostamos "delicados"
cuando tratamos de resolver o de aliviar las dificultades pecünarias de un
amigo es,a mi juicio,pecar de torpes y de
egoistas.
Causa la
impresión de que una cosa tan natural y sencilla como la de dar a quien lo
necesita,algo que podemos facilitarle,envuelve una indelicadeza por parte de
quien acepta el favor.En estos casos,lo que tenmos que procurar ir,de una vez
directos al grano. Veremos entonces,que la reserva del amigo cede ante nuestra
implicita afirmación de que cuando media la amistad,el orgullo y el disimulo,en
asuntos de dinero,estan fuera de lugar.
Se por propia
experiencia,que pocas situaciones hay tan penosas,ni que expongan tanto a
serios disgustos,como la de la persona,bien intencionada a quien le cae en
suerte ser confidente de desavenencias
conyugales.Es como verse uno obligado a entra "all{i donde hasta los
angeles temerían posar la
planta".Y sin embargo,volviendo al caso que mencione al principio,fue precisamente el no heberme querido entromételes lo
que puso a mi amiga a dos dedos del suicidio.
Tanto ella como
su esposo,eran personas en las que deposite todo mi cariño y afecto y,me dolia
la desgracia de ambos.Pues,antes que culpables,los consideraba,victimas de las
circunstancias que nada podia remediar.Por otro ladodo,no me parecía que
estuviese en mi mano inentarlo.Pero si hubiera podido proporcionarle a mi amiga
un respiro.Estaba ella,oprimida y ahogada por la pena.Pude haberla inducido a
que desahora en mi su corazón. Y entonces creo,que ella, hubiera hecho
entonces,frente al conflicto con animo mas reposado y juicioso.
Creo que la
causa de que le fallara a mi amiga, fue debido en parte a mi juventud y mi
inexperiencia
;pero también por una subconciente renuncia a compartir preocupaciones
ajenas,de
esa Índole.
Desde el punto y
hora en que nos enteramos de la aflicion de otro,la hacemos nuestra;y nuestra
sigue siendo
hasta que hayamos contribuido a aliviarla.De ahi que resulte mas cómodo no ver
las
calamidades del
amigo y no inmiscuimos en ellas.
Los
enfermos,particularmente los aquejados de dolencias cronicas,son por regla
general
inaccesibles.Interesarnos
por ellos nos expone a que nos tengan por entrometidos,se enfaden y
vean en nuestra
amistosa solicitud,una mera formula.Sin embargo fue una invalido,quien me dio
una gran
enseñanza a este respecto:"No quiero que me compadezcas, me dijo,¡Quiero
sentir que
tu me necesitas!.
De esta manera
me entrego las llaves, no solo de su propia ciudadela interior, sino de otras
muchas que con
gran tenacidad defendía. Casi no hay favor que no estemos dispuesto a aceptar
de la persona
que a nuestro juicio necesita de nosotros.
Si no atinamos
con la forma en que debamos acompañar al amigo en sus horas difíciles, tenemos
que examinar el
motivo que nos impulsa a hacerlo; teniendo presente que tal motivo puede
ofrecérsenos
bajo hábiles disfraces.
¿Nos impulsa
solo la curiosidad?¿Tratamos solo de hacernos los interesantes de pasar por
personas bien
enteradas, de entregar a la murmuración, so pretexto de lamentarlos, el pesar o
el
infortunio
confiados a nuestra discreción?
Cuando estemos
seguros de que nuestro único proposito es el de aliviar las penas ajenas,
entonces si,
creo yo, tenemos el derecho de lanzamos a la arriesgada aventura de
inmiscuirnos en
su vida.
Puede que
fracasemos. Puede que acabe por costamos caro, pero es mejor pasar por imprudentes,
que por duros de
corazón; mejor es exponernos a que nos tachen de entrometidos, que
mostrarnos
insensibles. Puede suceder que de esta manera, pongamos en camino de rehacerse,
a
quien ya se veía
al borde del desastre.
Quien este
dispuesto a socorrer, debe también estar dispuesto a ser socorrido. Si cerramos
nuestras puertas
a la confianza, no podemos esperar que otras se nos abran a nosotros.
Recordemos que
nada proporciona tanta satisfacion a un amigo sincero, como ver que acudimos
a el para confiarle
nuestras preocupaciones. Por tanto, no debemos cerrar las puertas del
corazon; llevemoslas
siempre abiertas,para que los demás sientan instintivamente,que sus pesares
hallaran
albergue y,que su felicidad sera recibida con regocijo.
Toda pena, aun
la mas grande, se alivia al ser compartida.
lunes, 1 de septiembre de 2014
SONETO DE LA AUSENCIA
¿En qué rincón del cielo te has dormido
para llegar allí y despertarte?
y ser feliz hermana,en cualquier parte,
en la quietud eterna del olvido.
No soy nada,sin tí y tú te has ido
cansado estoy de andar y de buscarte.
Mi voz murió sin voz,porque al llamarte,
el mismo corazón cesó en latido.
Si puedo ver colmado tanto anhelo;
indicio de mi afán y mi desvelo,
si encuentro en mi vagar alguna huella.
No me niegues hermana,ese consuelo
y deja que disfrute de tu cielo,
y tenga yo al morir tu misma estrella.
Por el Casco Antiguo
"Repaseando de nuevo por las viejas calles de mi ciudad
me sorprendió una lluvia fina,
que hizo que mi cuerpo sintiera el abrazo del frío,
del agua en la noche,
y mis ojos vieron la luna cuando miré hacia arriba y,
el agüilla clara en hilos suaves me recorrió la cara.
El reguerillo más grande
en tan solo un instante, se posó en mis labios.
Cien lunas,una en cada hilillo me besuquearon y,
al dar un suspiro sorbí el reguerín
que había hecho un pocillo en la comisura de mis labios.
Por mi boca abajo me llegó a la entraña y de un beso de luna,
de luna y estrellas se llenó mi alma.
me sorprendió una lluvia fina,
que hizo que mi cuerpo sintiera el abrazo del frío,
del agua en la noche,
y mis ojos vieron la luna cuando miré hacia arriba y,
el agüilla clara en hilos suaves me recorrió la cara.
El reguerillo más grande
en tan solo un instante, se posó en mis labios.
Cien lunas,una en cada hilillo me besuquearon y,
al dar un suspiro sorbí el reguerín
que había hecho un pocillo en la comisura de mis labios.
Por mi boca abajo me llegó a la entraña y de un beso de luna,
de luna y estrellas se llenó mi alma.
ATARDECER
En las ociosas horas campesinas
yo gusto de beber los viejos vinos,
en altas copas de cristales finos
y claras resonancias argentinas...
Huyendo de invenciones peregrinas
vuelvo siempre a mis clásicos caminos,
y busco limpios versos cristalinos
de viejos tiempos,por las cuatro esquinas...
Pasan las horas con su lento paso
y yo, junto a Ariel y Los Fronterizos
voy recordando rimas olvidadas...
Se ha ido el sol de las copas de los árboles
y de la noche nueva a los balcones
ya hay,algunas estrellas asomadas...
Josemaria López-Lago Fernandez
Valduro,Agosto de 2010
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