En el zaguán de los sesenta
la noche marchitada,
se me llena de recuerdos.
Amanece poco a poco y en el umbral
lejano de mi cuerpo,
los árboles pintan de verde
el cielo callado del amanecer.
Y es entonces,cuando canta
el gallo de la vida que me anuncia
el fín de la noche marchitada
y el anhelo de un nuevo amanecer.
En el umbral de los sesenta
amanece una nueva historia,
que tengo que rehacer
con recuerdos marchitados de la vida,
con aquel hijo que nunca llegó a nacer.
El recuerdo inusitado de tu cuerpo
el recuerdo del contacto con tu piel,
con tu boca entreabierta para el beso
con tu alma eterna,abierta de mujer,
y mi vida,en un trozo de papel.
lunes, 15 de agosto de 2011
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