sábado, 5 de diciembre de 2009

Elegía a un niño que nunca nació

Hijo mío:
Para cuando tú nazcas,
mis sufrimientos se habrán esfumado
como los rastros de la noche en la mañana.

Siempre he pensado que era posible
sobrevivir a la nostalgia,
de nacer hombre para morir siendo niño.

¡Que cante el sonajero antiguo entre mis manos
para la luz sin rostro de tu inocencia!

Voy juntando a oscuras,casi con temor,
todas mis pequeñas alegrías.
Voy soñando crepúsculos,
en la temblorosa aurora de tu ser.

Estoy haciendo con su estatura
un inmenso pedestal,donde algún día
puedas tú,dejar que repose tu tristeza;
esa vieja amante,siempre ansiosa,
de nuestro primer alarido de angustia.

¡Que cante el sonajero antiguo entre mis manos
para la luz sin rostro de tu inocencia!

Para que no me sientas tanto
mi corazón se detiene en su mañana,
como se detiene el viento
cuando se estanca entre las montañas.

No te veré nacer,será lo más probable
porque mis ojos se van apagando,
como brasas muertas
en los rescoldos de mi vida y de tu ser.

¡Que cante el sonajero antiguo entre mis manos
para la luz sin rostro de tu inocencia!

Mi voz,toca tu sangre sin tocarla,rozándola apenas
y en el vientre sagrado de tu madre,otra vez el amor,
todo el amor,se ha vestido de preguntas................
Mientras......................................................................

Los meses se suceden cada vez más curvos
se parecen al mundo,no al globo,sí al mundo,
que en su actitud volcánica
me están anunciando tu llegada.

Pero algo,de pronto y sin avisar,
se ha desgarrado dentro de todos nosotros:
Alguien nos dice,que tú,no vas a llegar...,
que te has ido antes de poder llegar...........

Y me invade de nuevo la impotencia
y me invade de nuevo la tristeza,
y aunque procuro tener una mirada dulce
todo es,pura y profunda desesperación.

Hoy se ha callado el cantar del sonajero
antiguo entre mis manos,
para el rostro sin luz por siempre de tu inocencia
que ya nunca podrán mirar mis tristes ojos
empapados de tí,de tu amor y de tu ausencia.

Sólo fuiste aurora temblorosa,
ante la oscura saeta de la muerte.
¡Pequeña alegría redentora de todas mis tristezas!

Escribo esta canción llena de tristeza
para un niño que no llegó a morir,
porque dolerá para siempre en cada aurora
que vaya conociendo esta triste vida mía.

E irremisiblemente,mientras tú nunca nacías
yo,como antes de tenerte,lentamente,moría.
Con las manos ensangrentadas de silencio
hoy quiero,hasta la desesperación,llorarte.

Doliéndome en cada lágrima la sal de tu sonrisa,
que no pudo iluminarme porque el viento del destino
se tornó en verdugo y apagó tus llamas,
a la puerta incontenible de tu ternura destrozada.

Hoy,quiero ser temblando,la brizna de hierba en la mañana
que vuela loca hacia la nada,
para fundirse de golpe con tu muerte
en un abrazo sombrío,con la tristeza de todas mis vidas.

¡Hoy se ha callado el cantar del sonajero antiguo,entre mis manos!

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