jueves, 21 de agosto de 2014

EL SEGADOR DEL VERANO (Recuerdos de mi niñez)

Avispas de la luz están libando fuego en el colmenar del sol.Frabrican tanta y tanta,que chorrea y cae hasta ka tierra;miel del verano que calcina los campos,mata los ríos y hace llorar los mares y los lagos,cuyo vapor es,lluvia para los cielos. El rastrojo es,candela de tierra y paja ¡Pobre cadáver de los trigos sin su alma de granos, que huyó al purgatorio de la era camino de los silos,que son el cielo soñado por la espiga. Un ángel de fuego expulsó a la tierra del paraíso de la primavera porque la tierra se ha dejado tentar por la simiente. Ha nacido el pudor;lúbrica y loca esta primavera,se soltó su corpiño,pero fué tal la verguenza y el bochorno que le dió el verano,que le subió la calentura a tal punto,que en la mañana de junio el sol en mi palomar,era un incendio. El segador,enamorado de los trigos,es galán que besa con su hoz el talle de la espiga para robar sus rizos rubios; el sembrado que fué airoso ejército de espigas,ya loes de mutilados,con un muñón de paja abierto al cielo y, en la rastrojera,la espigadora es la enfermera del trigal Junto a la era,el sombraje es perdón de sombras en la penitencia del sol El sombraje,apoyado en el tapial del corralón,tiene un techo lleno de agujerillos por el que se cuelan unos rayos de sol como cuerdas de guitarra; al acercarse,el polvillo en suspensión pone en vibración a estas cuerdas de luz,y oyen los ojos la música que ven. Ríe la tierra por la espiga entreabierta,y al suelo caen los trigos como granos de sonrisas. La palada del limpiador,lanzando al aire paja y grano para aventarlo, es enjambre de abejas de oro que,tras volar un instante,retornan a la colmena del montón. En el jardín,el agua del caño del pozo,barrena el alma de la siesta,sueña la boca el chorrear gozoso de unos besos que traigan a los labios,frescura de bodega y, todo yo me lleno de una garbana verde y lujuriosa,hecha con huerto,bosque y enramada. En la palma de la tarde,un rayo de sol,bebe un sorbo de agua clara. El rayo atraviesa el agua y pone luz,en el fondo de la fuente. Desnudo y limpio se baña el sol. Como un abanico verde baila el musgo en las paredes. Los sabios hablan de refacción,pero los poetas sabemos que esa polvareda de luz que puso el rayo en el agua,es la herida del sol que se desangra en la fuente. La tarde del verano,pegajosa,cansada y polvorienta,retorna a la noche,que es su nada;flechan cupidos en el encinar y los arqueros del amor vacían su aljaba en esta hora de la fuente. Renquea el viejo sol,jadeante y colorado sube la cuesta del poniente,y en un traspiés de horas,cae del más alto pico de la serranía lejana,levantando una nube de polvo de tinieblas que en un instante,alcanza y ciega hasta la tierra. En el barbecho azul,la luna es una espiga de luz enferma del tizón de las sombras. Su claridad se cuela por los agujeros del sombraje y el suelo se llena de puntos de luz,claros,redondos y blancos,como buena moneda de luz de los cielos con las que pagan sus deudas los poetas.

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