En la agonía de la primavera
tímidamente olorosa a verano,
he vuelto a sentir de golpe
los latidos de mi sangre,luchando,
por verterse en las calles de tu alma.
Y sin embargo,la vida,ésta vida mía,
permanece horriblemente vacía.
Las campanas del crepúsculo
saben a muerte solar,
y mi tiempo se desliga de este mundo
para volver,a mi triste soledad.
Me duele cada latido de tu amor
como si resucitasen las muertes que hay en mí,
es como la fugar aurora de las caricias de mayo
o el crepúsculo de los besos de abril.
Si ahora,me llorara por dentro
mis lágrimas serían la muerte del odio.
Sin embargo,me encuentro feliz.
Hoy, he aprendido a torturarme el alma.
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