Y te odio porque estás en el juego de la fuente,
donde el destino tira sus amargas redes.
Estás dormida en la garganta azul de las palomas.
Estás en las miradas más fuertes que la luz.
Estás en mi naufragio interior y en los ecos de mi pureza.
Estás en el silencio de mis palabras oceánicas.
Estás en la voz de las sombras calladas del amanecer.
Y te odio porque estás entodos los juegos que son míos.
Y me hundo en la llama del crepúsculo porque tu herida es mía.
¡Ay! Que la cara de la luna no me acuse...
Me hundo siempre más en la voz secreta y ausente de tu cuerpo
me hundo tanto,que me voy hasta el camino de la noche,
hasta el camino negro del odio y la rabia,disfrazado de angustia.
Y te odio porque estás,en el cuerpo de la mujer
que se amanece en los ojos del hombre,
huyendo de las entrañas del miedo y de la muerte
huyendo del miedo sin vuelta de la suerte.
Y te odio porque estás,en las miradas frescas de los campos.
En los frascos con pedacitos de cielo que guardamos.
En las caracolas marinas que arropamos.
En el recuerdo del canto de la gaviota.
Y te odio porque estás,a todas horas dentro de mi ser
dando vueltas en las nieblas de mi memoria,
estás,en la sonrisa de los trigales verdes
porque estás,en las noticias que me traen los lejanos vientos.
Y te odio,porque eres la perla gris,
del crepúsculo que estalla en mi silencio.
Y te odio porque estás,en el murmullo de la puerta,
casi abierta de mi muerte.
Y te odio porque estás,en las lágrimas amargas,
que resbalan por mi cuerpo desnudo.
Y te odio porque estás,
en la angustia de las mariposas sin alas.
Y te odio porque estás tan dentro de mí,
que ni por un instante,
puedo dejar de quererte.
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