En la fiebre peregrina del verano
se extravió la locura de tu sangre,
la luz,se perdió en la luz
y nuestros cuerpos se perdieron con el hambre.
Se fué la caracola de los mares
y tus besos silenciosos,
se fueron con el aire.
Tu cuerpo peregrino y caminante
buscaba el camino ignorado de mis frases,
entremezcladas con el aire de los vientos
estenuadas,antes de agotarse.
Yo no sé como nació la angustia de quererte
presiento que nació en el vértice de tu risa,
en la comisura de tus labios sonrosados
en aquella puesta de sol y en su brisa.
Esta es la historia de una noche callada
llena de caricias y de amores,
acaso tú,para recordarla
sepas darle a tu memoria,un nombre.
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